75 años del Crculo de Ajedrez Mercedes

La ciudad de Mercedes, recostada perezosamente sobre el río Hum parece -hoy domingo en la mañana- sonreír silenciosamente. Como todos los domingos de mañana, la ciudad prolonga el sueño. Los años han hecho de las suyas: han traído automóviles muy moderos, shoppings, y el cybercafé.
Si comparamos este paisaje con el de hace algunas décadas, mucho parece haber cambiado. Pero solamente a un observador muy desatento se le escapan importantes detalles.
Gente de todas las edades, sigue, como es tradición en Mercedes, jugando al ajedrez. Un número importate de ajedrecistas, se ha dado cita en esta ciudad para festejar el 75º aniversario del Círculo de Ajedrez Mercedes.
No quiero evocar el recuerdo de quienes hoy no están físicamete. Temo, en el vértigo de las imágenes que se suceden, olvidar a alguien. Además no es para recordar, que escribo estas líneas.
Me ha sorprendido gratamente ver cómo la escuela de ajedrez infantil sigue dando frutos. La modernidad y la posmodernidad han traído técnicas de comunicación impensables para nuestros mayores. Los valores morales y éticos han ido, como todo lo que no es digital, al tacho de la basura.
Cuando me integré al Cículo de Ajedrez Mercedes, a los once años -hace más de tres décadas- los niños que sabían más enseñaban a los que recién se acercaban al juego.
Hoy sucede lo mismo en el Círculo. Leticia Donatti, instruye a jovencitos, niños y niñas.
Los adultos damos una imagen a las nuevas generacioes. Inexorablemente, ellos tomarán lo bueno y lo malo que les ofrecemos. Leticia ha apredido de los mayores a compartir sus conocimientos. A dar lo suyo, justo ahora en este
mundo tan egoísta y demandante.
Muchos años de verdadero éxito se asegura el Círculo de Ajedrez Mercedes, cuando sus generaciones más jóvenes se comportan en un marco de valores donde les es posible distinguir la competencia de la rivalidad.
Felicitaciones al la familia del Círculo de Ajedrez Mercedes.
¡Viva el ajedrez!
                                                               
Roberto Osores, 4 de julio de 2004